hice click en la barra del lado derecho de la pantalla
y deslice
suavemente el mouse hacia abajo.
Nunca, en
cinco años, se me había ocurrido leer tu facebook.
Leer tus
estados ha sido
como escarbar en el fondo de aquella esperanza con disfraz de
paciencia
que solías llevar al parque de Surco,
que está a unas cuadras y a la
espalda de la universidad.
Siempre has
sido inteligente.
Por eso, ahora,
desearía haber besado más que un par de veces tus labios.
Supongo que hoy no importaría la culpa,
como no importan esos
viajes en la 33
con mi cuello inclinado,
que reposaba en tu hombro izquierdo.
Quizás es
que el amor tiene también fecha de caducidad,
como el yogurt
o la leche de
dieta
y al abrirlo entonces
libera el hedor de las ilusiones vencidas.
La
realidad sabe luchar muy bien con esa armadura de reglas y convenios sociales.
porque
incluso ser idealista en este siglo es una especie de estereotipo.
Perdóname
por no haber sabido amarte,
por no haberte besado más,
por haberme quedado en
silencio
todas aquellas noches
que me susurrabas “te amo”
a través del primer
celular que tuve
y del cual casi ya no recuerdo el número.
De alguna
manera
el olor de las ilusiones
se ha estacado por aquí
al tener las ventanas
del alma encerradas en este hermetismo de gélidas redes sociales
en las cuales
somos “amigos”
Al deslizar
la barra de regreso hacia arriba,
he observado la última publicación.
Jueves,
14 de febrero del 2013.
Ella ha posteado:
U
are my valentines
y tú le has dado like.
No entiendo
por qué al verlo
se me ha hecho un nudo en la garganta.
Quizá porque estoy
segura de que
a estas alturas y después de tu largo viaje al desierto
ya la has
hecho tuya,
quizá más exactamente por una promesa
que en este papel no puedo
escribir.
Hoy, con la
fuerza de una despedida
a la cual he llamado curiosidad,
he descubierto cuánto
te dolía.
Perdona,
a
mí siempre me dolerá.
Y aunque
you are
hers valentine,
siempre serás mi libertad.